lunes, 5 de septiembre de 2011

Lo simple de la vida.


Eso pasa porque el hombre se atrevió a desafiar a la naturaleza. Desafía el poder imperante del mar. La hermosura contenedora del aire. Y la potencia implacable del suelo, de la tierra.

Arranca todo lo que lo ve. Todo lo que piensa que no tiene vida, que no responde. Arrebata flores y plantas verdes. Corta árboles, que según piensan, no sienten ni ven que lo están desgarrando de su casa inicial. Escupen, sin pudor, a los seres inferiores, a los mismos que no tienen cómo defenderse de su maldad. Arrasan con toda la verdadera fuente de vida.

El hombre nació, únicamente, para andar sobre sus dos pies. Creció con la virtud de mantenerse en forma erecta, simplemente. Pero, al igual que la Torre de Babel, el hombre desafió sus propias capacidades. Quiso ir mucho más lejos. Intentó crear máquinas que lo superaran todo. Fue entonces que creó los aviones y los barcos. Los buques y los helicópteros. Se enfrentó a la fuerza del mar y a la presión infinita del aire.

El hombre se sintió superior y comenzó a herir a cuanto ser vivo encontrara. Los "sin voz" fueron su primer blanco. Ellos no se pueden defender. No pueden decir que no, que no los dañen pues también sienten. No pueden pedir que paren, qué se detengan. Paradójicamente, ellos no tienen maldad. Actuan por instinto, no como el humano. El humano tiene culpa, culpa de desolar todo lo ve. Sólo le importa su propio provecho.

El día en que en este país la estúpida y ridícula lucha de egos sea aplastada por el amor hacia la naturaleza y los animales, recién podremos hablar de desarrollo. Aunque tengamos abundantes riquezas, de nada sirve sin el cariño y el amor por el entorno, por las cosas simples que nos regaló la vida. Por lo único gratis que nos va quedando...deleitar nuestra vista con la hermosura de lo que nos rodea. Con la simpleza de la vida. Oler, sin límites de tiempo, la frescura de la tierra recién regada. Tocar, delicadamente, el rocío que deja la lluvia. Sentir, todo el tiempo que se quiera, el cariño de un ser vivo que respira, que siente, más sin embargo no te puede decir te quiero con palabras.

Sería bueno que aprendiéramos la lección. De ser así, Chile sería muy distinto. Créanme que sí.

Nota: dedicado a un amante de los animales y de la naturaleza. Un hombre que supo, muy bien de lo que yo estoy hablando. Por lo mismo, merece mi respeto y cariño eterno. Felipe, descansa en paz. (1966-2011)

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