lunes, 29 de agosto de 2011

Es todo lo que pido.


El bombo retumba desde lejos. No levanto la mirada para reconocerle, pues ya es costumbre que el vibrato provenga del mismo lugar. Vibra en lo más profundo de mi interior. Ecos desafiantes de una sola melodía. Suena una y otra vez en mi pecho.

Sensación de libertad en un amplio lugar lleno de emociones mezcladas.

Casi puedo percibir el olor del pasto recién mojado. Inhalo profundo para sentir el soplo de frescura. Ni un solo lugar se le compara. Es supremo, pero sensible. Desde el vidrio de Océano, tal vez. O quizás desde la reja parecida a una impetuosa muralla desde la Galería. Puede ser que desde Rapa Nui, con los muy bien acomodados. Todos esperando ver el espectáculo que recorre desde el minuto uno, hasta mucho más allá de los 90.

Sentirse bendecido de pisar el espacio sagrado. Así mismo como lo fueron las pirámides para los egipcios. Sí, así de sagrado. Saber que llegaste al lugar indicado. Un montón de emociones, que en un comienzo están oprimidas, brillan sin pudor ni culpa. Todo es permitido, nada es reprimido. Sufres una montaña rusa de sensaciones, pero te gusta. El lugar te atrae, todo te lleva a un trance que sólo aquellos que pisan este lugar lo conocen. No hay excusas ni condiciones, pues es nuestro más íntimo lugar de encuentro. La bulla es preciosa. El movimiento del salir y entrar de la gente es maravilloso.

De pronto, el color blanco de apodera impetuosamente. Un escudo flamea una, dos, tres... muchas veces. El orgullo te infla así como un globo que está a punto de explotar. Un peculiar impulso te hace saltar y gritar como cabro chico. No importa quién está a tu alrededor. Eres tú y lo tuyo. Tú y el momento que no quieres que termine jamás.

Aunque pierdas, quieres estar de vuelta. Aunque sientas que está todo perdido, imploras a tu propio Dios para que se revierta el asunto. Estas allí, con el frío y con la lluvia. Con un gorro o con un impermiable. Con el primer lugar de la tabla o con el último. Estar ahí, simplemente estar ahí, como cuando un amigo te necesita. No quieres que hable, sólo que esté ahí. No es primordial que te de golpecitos en la espalda, sólo que esté ahí.

Amigo/a mío, si usted no ha sentido lo que yo describí anteriormente, no sabe nada de fútbol. Es simple. Digan lo que digan, es una condición para enamorarse más del fútbol. Es nuestro lugar. ES NUESTRO LUGAR. No por nada es el "glorioso David Arellano". El mismo de la banda negra. El mismo...

Y si usted, que me está leyendo, pacientemente, piensa que estoy loca... sí, estoy loca. Loca por el fútbol. Rayada por la pelotita. Enamorada de mi estadio. Loca de amor por mi equipo. Por momentos, es todo lo que pido, es todo lo que necesito...estar ahí.

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