sábado, 9 de julio de 2011

¡Qué sería sin ti!


Verdad que alguien te enseñó a jugar al balón. Alguien te dijo cómo pegarle, cómo hacer una bicicleta, un hoyito o una rabona. Quizás, alguien te dijo cómo se anticipaba o se marcaba. Cómo se juega de central o de delantero. O cuál es tu pega como volante -por derecha o izquierda-. A lo mejor, tu propio viejo te dijo cómo manejar la presión de tener que patear un penal de último minuto. Hasta el "profe" te dijo, en más de alguna oportunidad, cómo habilitar bien a tu compañero. Aunque, probablemente, con la práctica, tú mismo aprendiste cómo dominar el balón.

Pero ésto, ésto que se siente aquí nadie me lo enseñó y soy mujer. Esa sensación extraña que corre por el cuerpo, ese reloj que pareciera no avanzar nunca cuando necesitas que el partido termine. ¿Alquien te enseña a sentir eso?. Dime, ¿Alguien te lo enseña?.
Eso extraño que te hace no poder dormir, o simplemente, celebrar toda una semana. 11 jugadores corriendo detrás de una pelotita, pero ¡es más que eso señores!, es más que eso.

A veces, lo daría todo por ser sólo simpatizante de un equipo, pero para mi mala - o buena - suerte, soy hincha. De esas que nació con un equipo en la mente - y más allá, en el corazón- y se va a morir así.

Y sí, te mentiría si dijera que no siento envidia de no poder ponerme una camiseta y mojarla. Cúanto me gustaría saber lo que sientes tú cuando pisas los pastos de una cancha . Daría lo que fuera por pararme frente a un arco y patear sin miedo. Perderme en los pastos recién regados con agua fresca. ¡Qué no daría!.

Pero, suplo todo aquello con esta pasión -exquisita para mí, inexplicable para mi madre-. Nací así, lo llevo en la sangre. Nadie me dijo cómo se hace para llegar a sentir esto tan lindo que se siente. Nadie me indicó hacia donde debía ir. Yo sólo me dejé llevar por el imponente y tan codiciado Don balón.

Porque díganme ustedes, ¿Se puede sentir algo mejor que alentar a tu equipo hasta que no te quede voz?.

Perdón. Perdón a la vida por quebrar esquemas. Por no ir con la corriente, sino, contra ella. Tengo el pelo largo, rojo -o negro, como usted prefiera- me pinto las uñas y me pongo aros. Pero algo tenemos en común. Algo nos une, un sólo sentir, una única sensación. Estamos ciegos por el deporte más lindo del mundo. Estamos locos y perdidos por el poderoso mundo del sudor, las camisetas, los llantos, las alegrías, los estadios y los locos, los locos por el fútbol. Yo más loca, por perderme en un mundo que, inicialmente, no fue creado para nosotras.

Y bueno ¡No hay nada más lindo que el fútbol! NADA. ¡Vaya!, ¿Qué sería de mi vida sin él?

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