martes, 26 de abril de 2011

¡Nunca cierres los ojos!



Así como todos los días, salió a las 7 AM en punto. Se subió a su nuevo auto color verde profundo. Prendió la radio, no le gustó. Puso un CD, sutílmente comenzaba a sonar "all you need is love" de The Beatles. "Love, Love, Love" tarareaba Roxana al compás de la música. Miró su cartera y recordó que tenía que llamar a Benjamín, su posible próximo novio.


Roxana era una mujer libre, loca y linda. Siempre con los labios pintados de rojo y los ojos delineados de un negro intenso. Con una personalidad fuerte, aunque incapaz de hacer daño, se paraba frente a la vida. No le tenía miedo al ridículo, simplemente actuaba. Sí, estaba enamorada de las bondades de la vida. Aunque, nunca imaginó que su vida terminaría tan pronto como un suspiro.


"Pero, si lo habíamos hablado..." - le contestaba a Benjamín con un tono desafiante. Claro, a ella no le gustaba perder. Sin embargo, al menos por esa vez, agachó la cabeza y se quedó en silencio, quizás, como nunca lo había hecho. Debe haber sido por el amor que sentía, y además, porque hacía tiempo - desde sus tiempos universitarios- que no se enamoraba así, tan locamente.


Roxana cortó su teléfono. Todo se había arreglado entre ella y Benjamín, su amado Benjamín. Miró su reloj, estaba atrasada. Apretó el acelerador y justo cuando la luz amarilla parpadeaba y a su vez, la luz roja se imponía, Roxana cerró sus ojos. ¿Resultado? arrolló a una mujer embarazada. Entre llantos, sangre y pedazos de vidrio, bajó de su automóvil. Miró la escena, se llevó las manos a la cara y tembló. Miró a su alrededor, un mar de personas se acercaba. Volvió a mirar a la mujer. Ella agonizaba en el suelo, con ambas manos en su vientre, vientre aplastado y ensangrentado. Roxana no soportó, corrió hacia su auto y partió, rumbo a lo que sería su último respiro.


Con una rapidez indescriptible, Roxana manejó hacia la nada. Benjamín, su madre, su padre y la imagen de la mujer con el vientre vacío, llegaban como pequeños destellos a su mente. No soportó aquello, no podría soportarlo toda su vida. Decidió manejar hasta la línea del tren. Dejó su auto en la orilla. Tomó su celular y escribió: "Nunca olviden de que yo siempre quise morir antes que ustedes, les amo". Envió el mensaje y tiró el celular lejos, tanto, que ya no se lograba ver. Miró hacia el cielo, pidió perdón - quien sabe por qué - y esperó con calma que pasara el tren de las 8 AM.


El sonido característico del tren se acercaba. Roxana hundía su cabeza entre las piernas. ¡Podría haber sido tan feliz!, podría. Se acercó lentamente hacia la orilla. Hasta que al mismo tiempo del tren, se lanzó. Hasta allí llegó la vida de esa mujercita que, paradójicamente, siempre pensó en morir primero que su madre.


Ahora bien, una vida miserable le esperaba. Una vida llena de desdichas y de temores se habrían posado sobre ella. Entonces, probablemente, yo habría hecho lo mismo que ella... Ahora, lo único que te queda por hacer, Roxana, es dormirte en mi mundo creado, en donde todos los personajes tienen vida propia. Hasta acá llegó la tuya, pequeña mujer. Descansa en paz, Roxana.

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