viernes, 1 de octubre de 2010

Tanto por descubrir I


Y allí estaba él, mirándome fíjamente.
- Mira, lo último que debes hacer, es poner el título. Yo llevo añazos en este cuentito, y si te digo que el título es lo último, es porque va al final. ¿Me entendiste, cabrito?
-Sí, entendí perfecto.
- Ya, ahora te quedai´ solo un rato redactando la columna de la mujer que mató a su marido por celos.
- mira desesperado la mesa de trabajo y revuelve todas las hojas que hay - ésta, justamente ésta. ¿Notai´la cara de loca que tiene la tipa? Pobre hombre, por comerse minas le pasó lo que le pasó. Bueno, me voy. Nos vemos jovencito.


Caminó rápidamente hacia la puerta que daba a la Alameda. Pero antes, se detuvo y me miró. Contempló mi mirada y la forma en la que me paraba. Levantó la cabeza, abrió los ojos de una manera casi aterradora y me dijo:
- Ah! y por favor, no te pongas nunca más esa camisa, pareces leñador.

Abrió la puerta y se fue.

Y allí estaba yo, sentado frente a un computador y millones de hojas tiradas y esparcidas por todos lados. Con un millón de ideas en la cabeza, tratando de hilar cada situación, cada contexto.

Miré mi camisa y pensé en voz alta: ¡Qué tiene de malo!, todos usan las camisas a cuadraditos.

Volví al reportaje. La mujer aquella tenía una extraña manera de vestir. Era una combinación entre las mujeres de Sex and the City y Lara Croft. Bastante peculiar.
Tenía un lunar cerca de la boca, me hace recordar a una mujer que bailaba y cantaba para el presidente Kennedy. Y a su vez, descubrí el porqué del seudónimo del caso. Porque claro, el caso tenía su propio nombre y aquel lunar, tenía gran culpa. En la foto, sale fumando un cigarrillo y justo hacia su derecha, una pequeña - de no más de cuatro años de edad - mira fíjamente la cámara. No fue la mujer la que me llamó la atención, era la niña.
La pequeña de cabellos negros y lisos. Su mirada perdida y triste, delataban algo que yo tenía que descrubrir. Tras la foto, un número de teléfono. Sin duda alguna, era el número de la abogada de la mujer. No tenía ni puta gana de saber que había pasado con la mujer, yo sólo quería conocer la historia de la pequeña criatura.


Tomé el celular y maqué lentamente el número. Son las 2 de la mañana, así es que preferí colgar.
De manera inesperada, el número me devuelve el llamado.
No lo dudo ni un sólo segundo y contesto:
- ¿Sí?
- Perdón, tengo una llamada perdida desde este número

- ¿Luisa?, perdón... hablo con la abogada del caso "Monroe".
- Sí, pero ¿Con quién hablo yo?
- Con Federico, periodista de la revista "somos".
-Ah, ya veo. ¿En qué te puedo ayudar?
- Sería posible que nos pudieramos juntar mañana en el café "Haití" de Alameda. Tipo dos o tres de la tarde.
- Mmm, sí. Puede ser. Mañana lo llamo a este mismo número ¿sí?
-Me parece estupendo. Muchas gracias
-Adiós.
Y antes que le contestara, ella ya había cortado la comunicación.
Volví a mirar la fotografía, era macabra, por decirlo menos. Aquella niña algo escondía y yo, lo iba a descrubrir.



AH: Me animé a crear una mini historia. Ésta, es sólo la primera parte. La historia continuará cuando me de la gana. Ahora, el sueño me venció. Y bueno, los personajes también duermen, para luego, contármelo todo.En este mismo blog, claramente.

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