sábado, 25 de septiembre de 2010

Aún estamos a tiempo


Generalmente, todo en la vida humana se convierte, poco a poco, en un simple negocio. En una empresa motivada por el dinero - sucio o no -. Lo que más lamento de ello, es que haya trascendido los límites del deporte y se posicione sobre el fútbol. Lo ensucia como un niño pequeño en el barro. Lo mancha todo. Y es que ya no son simples hombres corriendo tras una pelota de fútbol, es más que eso.

Hilemos fino - cuesta, pero tratemos de ir más allá - los jugadores son marionetas, muñecos, o como usted prefiera llamarles. Manipulados por un equipo y a su vez un representante. Es dinero que corre, es dinero que convierte, son billetes los que dan pases y entrenan toda la semana. Sin embargo, es dinero el que se equivoca y no define bien, o bien, no moja la camiseta. Pero, aquel es un punto aparte, quizás, en otra oportunidad, se podrá abordar con mayor profundidad.


¡Baquedano!. Un payaso, un hombre que, al parecer, nació para hacernos reír. Bueno, el asunto es que es uno de los "empresarios" en todo este cuento - que espero, termine en un final feliz -. Una verdadera lástima que el hermoso fútbol se convierta en manipulaciones y platas truchas. Los hinchas somos como los peones, no tenemos ni pito que tocar, o bien, no tenemos vela en este entierro. Pero, para su mala suerte - o la nuestra - nos compete lo que la dirigencia haga o deje de hacer.

Sé que no podemos cambiar el mundo, es como tapar el sol con un dedo. Pero sólo espero que el fútbol se purifique, se limpie de todo aquello que lo está ensuciando. Queremos un espectáculo sano, que no tenga trasfondos y que no lamentemos escoger comprar una entrada para el estadio. Porque, más que mal, el fútbol es lo único bonito que va quedando, en esta sociedad cada vez más consumista y ciega.

¡No matemos el fútbol señores!, o si usted prefiere, ¡no pinchemos la pelota!.

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