miércoles, 15 de mayo de 2013

Cerrando etapas

¿Qué es lo que hace el dolor? 

Aún tengo recuerdos de aquellos días. Aún un escalofrío recorre mi cuerpo y se impregna en cada rincón de mis pensamientos. Experiencia que jamás pensé sentir, menos cuando siento que no he alcanzado la madurez necesaria. Tampoco hay canas asomándose en mi pelo, y menos arrugas adornando mi cara.

"Se vendrán tiempos mejores" claro, en cierta manera es verdad. Pero, no sé a quién pedirle explicaciones por lo que tuve - tuvimos - que pasar. Puede que el dolor me haya enseñado algo. O puede que haya tenido la mala suerte y me haya tocado a mí, quién sabe. Aún no tengo la mente tan fría como para darme cuenta de la enseñanza que me dejó.

Tres semanas y tres días duró el calvario. Hace exactamente 127 días. - Sí, los cuento día a día-.

No cuento los días porque sí, más bien, es porque sé que cada día son 24 horas más. Sé que llegará un momento en que serán recuerdos amargos y nada más. Yo sé que la cicatriz reflejará que tuvimos que afrontar momentos críticos pero, qué más da, estamos vivos. Al menos respiramos y estamos juntos - como debe ser-.

Sigo sin entender, por qué estoy escribiendo ésto, pero en el fondo - bien en el fondo - yo entiendo que es eso que los psicólogos le llaman "terapia grupal". Algo así como para desahogarse y no hacer como que nada pasó, ¿ se entiende?

También lo escribo para que jamás se me olvide lo que pasé. La memoria es frágil y prefiero asegurarme y dejarlo estampado acá, en mi lugar de desahogo, en mi espacio, le guste a quién le guste.

A final, la vida sigue igual. 

Porque nadie se va a detener a preguntarte cómo te sientes hoy. A pesar de que ni se les pasa por la mente que muchas noches lloro. Los recuerdos de aquellos días me juegan una muy mala pasada. Y lloro como buscando un consuelo, un espacio que me ayude a borrarlo de la mente. Dios siempre está ahí - y estuvo y estará ahí-. Y aunque a veces, cuando lloro, mi gato me mira con cara de no entender, en el fondo, yo tampoco entiendo muy bien.

Hay que seguir adelante, sin mirar atrás. Sí, éso es. SIN MIRAR EL PASADO. Porque duele. Porque te hace retroceder. Porque no te permite avanzar.

Te estanca.

Recién hoy me doy fuerzas para hablar de lo que pasó - aunque los que me están leyendo no entienden mucho-, pero cuando alguien a quién amas con todo lo que eres, está al borde de la muerte, recién ahí, te das cuenta en lo que estás metido. Tal vez - sólo tal vez - Dios pensó que los dos éramos lo suficientemente fuertes como para bancarnos todo lo que pasó. Y en cierta parte, no lo defraudamos.

Hay que mirar al frente y ponerle aguante. Hay que jugar los 90 minutos como si fueran la final más importante de tu vida. Hay que correr sin miedo a cansarte. Hay que hacerlo, porque nadie lo hará por ti.

Gracias a los que nos acompañaron en este camino - oscuro camino-. Gracias a los que dieron un golpe en la espalda y un empuje para seguir adelante. Hoy, espero cerrar de manera definitiva esta dolorosa etapa. Los malos tiempos ya se fueron, ahora vienen cosas buenas. Cosas que van a llenarnos el alma, y a rellenar el hueco que dejó el dolor. Pero, aquí estoy, intentando volver a lo que fui - y creo que lo estoy logrando-.

Y gracias, sobre todo a ti, amor, por ponerle aguante y jugar el partido más cabrón de tu vida. Lo ganaste y por goleada. Gracias por seguir junto a mí.

Cabros, Dios existe, es real. Y lo sé porque me sostuvo todo el tiempo. Crean, sólo crean.

Espero algún día entender, por qué. Mientras sigo en la búsqueda, seguiré a tu lado.

Merci :)

1 comentario:

  1. Deberias hacer un blog sobre por que colo-colo es el PAPÁ y la u es la mujer?

    ResponderEliminar

¡Comenta aquí con respeto! Gracias. ah! No me gustan los anónimos y ¿a tí?... es mi blog, así que deje su nombre.