Uno escoge a sus amigos, su carrera, su pareja, su universidad, su auto... en fin, todo. Pero sólo una cosa no se puede elegir... La familia.
Tengo la "suerte" de no haber escogido yo a mi familia, porque, probablemente, mi madre habría sido extraña, mi padre un maniático, mi hermano un esquizofrénico y mi hermana una demente. (no me crea todo lo que escribo!)
Tengo la mejor familia, y ¡Vaya que lo digo en serio!
Hoy, mientras los veía caminar me sentía bien, plena y feliz. Tan feliz como pocas veces uno se siente en la vida. Pueden estar llenos de defectos, pero no sé porqué no se los encuentro.
Yo hablo y hablo. Lleno espacios de silencio, y ya se acostumbraron a ello.
Quizás, sí escogí a mi familia, en otra vida, no sé. Pero, soy tan feliz con ellos que siento que yo los elegí.
Fuimos al cementerio, allí estabamos los seis, mi familia y mi abuelita. Ella yacía en silencio, quizás nos contemplaba desde lejos. Quizás, nos miraba con ansias de darnos un abrazo apretado. Y yo repetía: "Me haces tanta falta", mientras mis padres arreglaban las flores y mis hermanos miraban su tumba, a lo mejor, recorrían brevemente momentos de la vida junto a ella. A lo mejor.
En fin, el cuento acá es que los quiero y pucha que los quiero.
Uno no elige a la familia, pero parece que yo soy una bendecida por Dios y la vida y sí, yo los encontré, me los llevé y los tengo conmigo siempre.
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