Mi otro yo

Norma, mujer atractiva y audaz. Loca por naturaleza. Su triste niñez la vivió acompañada de mil y una casa, sin un "hogar", ni mucho menos una madre. Se crió sola y aprendió de la vida tal cual.

Su clásico vestido blanco, sobre un hermoso piano de un negro azabache intenso. Y que me dicen de su lunar, aquel cerca de los labios color rojo profundo. Ojos de asesina, o de león cerca de su presa. Todas querían ser como ella, así de inteligente. Rompiendo todo aquel mito absurdo que dice que las mujeres bellas -como ella- son tontas.

Siempre se manejó con sutileza, supo mirar y buscar su camino. Así de sola, llegó donde muchos rodeados de millones de personas, jamás llegaron -ni llegarán-. Única, sin miedo al rídiculo. Espontánea y risueña, aunque por dentro, estaba más muerta que viva. Loca como ninguna, hacía lo que quería. Un día le gustaba el negro y al otro el blanco.

The Shocking Miss Pilgrim, película musical que la impulsa a la fama. Quizás, si hubiese sabido que su final sería así de tormentoso, jamás habría actuado en aquella película.

Mientras en Chile todo era júbilo, y un tercer lugar en el mundial realizado por nuestro país (1962), Norma, un ángel en cuerpo de mujer deja este mundo. 36 años, la edad máxima destinada para Monroe. No puedo evitar sacar la cuenta, no puedo evitar pensar y enloquecer con la idea de que, por estos años, estubiera viva. 84 años sería su edad. Todo indicaría que su belleza sería igual. Nada cambiaría, sólo sus ojos tristes. ¿A quién le importa quién mató a Marilyn?, como si eso cambiara las cosas.

Después de todo esto, no me pregunten porqué me gusta esta mujer. Tiene todo lo que mi otro yo esconde con pudor. La admiro, ella supo ser ella. Aunque un poco extraña, pero fue simplemente ella. Sólo falta teñirme el pelo, pero no, dejaría de ser la colorina loca - aquella que les escribe, mal o bien, pero escribe -.