miércoles, 1 de enero de 2014

Si tuviera un poco de valentía

Mentira que el vestido verde lo rescató de una donación recibida en el hogar, por un extraño empresario. Mentira que ya olvidó la noche de lujuria que la apartó de su noble intensión de santidad. Mentira que aún no siente sus manos firmes sobre las piernas. Mentira que no sueña, cada noche con lo que la llevó a sentirse en la gloria verdadera. Mentira que no se muere de ganas por volver a pecar. 

¿A quién engaña? si él sabe perfectamente quién es ella. Conoce sus lentos movimientos de cadera mientras baila al ritmo de suaves tambores. Sabe en qué lugar de su protuberante silueta se dejan caer pequeños lunares negros en forma de pepitas de cristal. Es capaz de comparar el sabor de sus labios con una dulce brisa matutina. Él entiende perfecto que el vestido verde se lo compró ayer en una tienda comercial, luego de estar indecisa por dos horas, como mínimo y  de cuestionarse si es capaz de dejar la vestimenta que ha utilizado, obligadamente, durante eternos nueve años. 

 El rubor de sus mejillas delatan la verdadera intensión de una mujer que está empezando a amar. Que tiene miedo de sentir cosquillas por algo desconocido, hasta ahora, para ella. Más que desconocido, prohibido. Pero es que ese hombre le resulta inolvidable. La vuelve loca de desesperación y despierta sus más íntimos deseos. Se siente como una adolescente, sola y vulnerable. 

"Por mí, vuelve a pecar", fue la nota que recogió desde el bolsillo de su hábito, sonriendo maliciosamente. Lava su cara y sus manos, fuertemente, como queriendo eliminar algo de su piel. Cierra los ojos. Los abre y mira su vestido verde. Vuelve a ponérselo, no sabe si para evocar los momentos pasados o para recorrer su cuerpo, hasta ahora desconocido, con los ojos. Se da cuenta de sus anchas caderas. No tiene pechos grandes, pero sí  redondos. Las piernas se ven tonificadas, debe ser por el ballet que cuando chica practicó sagradamente los fines de semana. Reconoce su poca experiencia al caminar sobre tacos. Se desestabiliza con facilidad y sonríe descaradamente.

 No importa nada, realmente no importa nada. Es feliz, siendo ella. Se entusiasma con la idea de abandonar su triste y aburrida vida y cambiarla por el mundo nocturno, tortuoso y vicioso. Pero en el fondo sabe que no es capaz. No lo haría porque no se atreve. Sólo se queda con la satisfacción, de que al menos una vez al mes, ella volverá a pecar. Pero no le importa. Guarda su vestido verde con recelo. Lo pone en una caja, lo sella con cinta y ya. La ilusión se queda atrapada en esas cuatro paredes de cartón. La mujer sumisa, seria y santa, vuelve a su trabajo normal. En el fondo, vuelve a su vida.



miércoles, 15 de mayo de 2013

Cerrando etapas

¿Qué es lo que hace el dolor? 

Aún tengo recuerdos de aquellos días. Aún un escalofrío recorre mi cuerpo y se impregna en cada rincón de mis pensamientos. Experiencia que jamás pensé sentir, menos cuando siento que no he alcanzado la madurez necesaria. Tampoco hay canas asomándose en mi pelo, y menos arrugas adornando mi cara.

"Se vendrán tiempos mejores" claro, en cierta manera es verdad. Pero, no sé a quién pedirle explicaciones por lo que tuve - tuvimos - que pasar. Puede que el dolor me haya enseñado algo. O puede que haya tenido la mala suerte y me haya tocado a mí, quién sabe. Aún no tengo la mente tan fría como para darme cuenta de la enseñanza que me dejó.

Tres semanas y tres días duró el calvario. Hace exactamente 127 días. - Sí, los cuento día a día-.

No cuento los días porque sí, más bien, es porque sé que cada día son 24 horas más. Sé que llegará un momento en que serán recuerdos amargos y nada más. Yo sé que la cicatriz reflejará que tuvimos que afrontar momentos críticos pero, qué más da, estamos vivos. Al menos respiramos y estamos juntos - como debe ser-.

Sigo sin entender, por qué estoy escribiendo ésto, pero en el fondo - bien en el fondo - yo entiendo que es eso que los psicólogos le llaman "terapia grupal". Algo así como para desahogarse y no hacer como que nada pasó, ¿ se entiende?

También lo escribo para que jamás se me olvide lo que pasé. La memoria es frágil y prefiero asegurarme y dejarlo estampado acá, en mi lugar de desahogo, en mi espacio, le guste a quién le guste.

A final, la vida sigue igual. 

Porque nadie se va a detener a preguntarte cómo te sientes hoy. A pesar de que ni se les pasa por la mente que muchas noches lloro. Los recuerdos de aquellos días me juegan una muy mala pasada. Y lloro como buscando un consuelo, un espacio que me ayude a borrarlo de la mente. Dios siempre está ahí - y estuvo y estará ahí-. Y aunque a veces, cuando lloro, mi gato me mira con cara de no entender, en el fondo, yo tampoco entiendo muy bien.

Hay que seguir adelante, sin mirar atrás. Sí, éso es. SIN MIRAR EL PASADO. Porque duele. Porque te hace retroceder. Porque no te permite avanzar.

Te estanca.

Recién hoy me doy fuerzas para hablar de lo que pasó - aunque los que me están leyendo no entienden mucho-, pero cuando alguien a quién amas con todo lo que eres, está al borde de la muerte, recién ahí, te das cuenta en lo que estás metido. Tal vez - sólo tal vez - Dios pensó que los dos éramos lo suficientemente fuertes como para bancarnos todo lo que pasó. Y en cierta parte, no lo defraudamos.

Hay que mirar al frente y ponerle aguante. Hay que jugar los 90 minutos como si fueran la final más importante de tu vida. Hay que correr sin miedo a cansarte. Hay que hacerlo, porque nadie lo hará por ti.

Gracias a los que nos acompañaron en este camino - oscuro camino-. Gracias a los que dieron un golpe en la espalda y un empuje para seguir adelante. Hoy, espero cerrar de manera definitiva esta dolorosa etapa. Los malos tiempos ya se fueron, ahora vienen cosas buenas. Cosas que van a llenarnos el alma, y a rellenar el hueco que dejó el dolor. Pero, aquí estoy, intentando volver a lo que fui - y creo que lo estoy logrando-.

Y gracias, sobre todo a ti, amor, por ponerle aguante y jugar el partido más cabrón de tu vida. Lo ganaste y por goleada. Gracias por seguir junto a mí.

Cabros, Dios existe, es real. Y lo sé porque me sostuvo todo el tiempo. Crean, sólo crean.

Espero algún día entender, por qué. Mientras sigo en la búsqueda, seguiré a tu lado.

Merci :)

martes, 7 de agosto de 2012

Debilidad Resuelta

¿Y tú? cierra la boca y agacha la mirada. Cuando lo tengas resuelto, quédate así para siempre. En verdad, no sé si para siempre, pero mientras más tiempo, mejor.

Vivir a las órdenes de todos. No mires, no comas, no te rías, no te pares, ¡siéntate!, deja de hablar, no murmulles y lo que es peor, ¡no llores!

Es culpa de la debilidad. Porque no importa la edad que tengas o la altura que midas, ella siempre va a estar allí, como espiándote. Como buscando tu vulnerabilidad para entrar y ser protagonista del juego, ¡la principal, jamás tendrá un papel de relleno!

¡No la dejes entrar!

Porque una vez que lo hace, ya no sale nunca más, ya no te deja nunca más, ya no te olvida nunca más, ¡nunca más!

Nadie te enseña a perder miedo. Nadie te dice cómo es que tienes que caminar para no debilitarte. Eso te lo enseñas tú mismo. Imagínate con un yelmo y una espalda a prueba de los más terribles y atroces miedos. Piensa que un noble compás acompaña tus pasos y no te permite sentir debilidad. La debilidad te va a matar, porque si no lo hace ella, lo hará otro, y otro, y otro, ¡y otro!

Difícil no es, fácil tampoco, ¡lo sé!

Así es que ahora y sólo por ahora, permítete mirar hacia atrás para ver las veces en que fuiste un esclavo de tus propios actos. Todas las veces que fuiste detrás de los demás y avanzabas porque ellos lo hacían primero. ¡Atrévete, no tienes que ser esclavo de nadie, puedes ser el rey siempre!

Y no es que tengas que ser fuerte de cuerpo y derribar a cuánto se te cruce en frente. La fortaleza está dentro de ti. Tira todas las amarras que te oprimen. Sé libre, ¡muy libre!

No aprendas a vivir con ella toda tu vida. Eso es para los débiles de corazón. Eso funciona en los inútiles que se dejan vencer y derrotar antes de siquiera pararse y luchar. Los fuertes siempre están en la cabeza de todo. No viven a las órdenes de nadie, no se sienta cuando le dicen, más bien, se para con imponente y desafiante mirada. 

¡De los fuertes es el reino de la tierra!

domingo, 11 de marzo de 2012

Y nosotros ¿cómo ayudamos?

Es similar a sentirse en un callejón sin salida. Como que tratas de buscar el modo de escapar de esto, intentas darle vuelta a las cosas para sentirte mejor. Y es que un hincha se lo banca todo. Tratas de levantar la mirada aun sabiendo que las cosas van de mal en peor.

"Estamos hasta el cuello" fue la frase que emití minutos después de la derrota ante La Serena. Por lo menos, la estadística indicaba un buen fin, La Serena nunca le había ganado a Colo Colo en el Monumental - claro, hasta hoy-. Sin embargo, las estadísticas no pueden con un equipo sin corazón. Y perdónenme que me desahogue y hable con tanta sinceridad, pero creo que es la primera vez que me atrevo a emitir un juicio en contra del equipo de mis amores.

Todo anda mal, está más que claro, entonces ... busquemos la solución al problema -si es que la hay-. ¿Cómo podemos ayudar? Pidiendo a Bielsa, o tal vez a Mourinho. Rogando para que llegue Vicente del Bosque o que un milagro nos traiga a Guardiola. Rezando todos los días para que Alexis decida volver al Cacique, o para que Messi se olvide del Barcelona y llegue a Pedreros. Sí, estimados, le estoy poniendo mucho. Aunque, debo advertir que según yo la solución es otra -además de seguir alentando pase lo que pase-.

El verdadero problema se llama BLANCO Y NEGRO S.A. Hay que decir las cosas por su nombre, ellos son los únicos mafiosos. Ven en el fútbol un negocio interesante, y no importa que los miles de hinchas sientan frustación y dolor. ¡No importa!, lo único fundamental es la platita que les va entrar para hacerse una casita nueva, comprarse el aut¡to del año, vestir a la señora y pagarle sus múltiples operaciones faciales -para que se vea como una verdadera esposa de empresario-.

Lo lamento en el alma porque ni huellas quedan de aquel equipo que vestía de blanco y ganaba a puro aguante. Ni rastros quedan de aquellos que se imponían con orgullo y valentía. Lo lamento por las actuales generaciones que ven en Colo Colo un equipo nefasto que se cansa de correr. Lo lamento por los más pequeños que no tuvieron la dicha de conocer lo QUE SIGNIFICA COLO COLO ganando un tetracampenato. Ya nada queda de los 11 guerreros que levantaron la gloriosa Libertadores de América. ¿El agua hasta dónde nos va a llegar? ¿cómo podemos salir de esto?

Y nosotros ¿cómo ayudamos? a seguir alentando, pueblo colo colino. A levantar la moral y la cabeza. Juntos volvamos a tocar el cielo como tantas veces lo ha hecho Colo Colito. Y tranquilos porque un grande, es grande toda la vida.






miércoles, 29 de febrero de 2012

Benditos por el Dios del fútbol ...


Todos aquellos "intentos" de escritores como yo, conocen que al momento de sentarse para escribir algo, no saben por donde empezar. Sin embargo, y en esto soy muy enfática, cuando llega la hora de hablar de fútbol sé muy bien lo que quiero decir.

Pues bien, ¿hasta que punto los ídolos son respetados? si tomamos en consideración de que son personas que sienten, podremos darnos cuenta de que el cartel de "ídolo" (o cráck, como usted prefiera) pesa bastante.

Un bautizo (como Valdivia), una bengala trucha (como el "Cóndor" Rojas), una múltiple adicción a las drogas (como Maradona), un lío de faldas (como Iván Luis Zamorano), un cabezazo en el último partido de su vida (como Zinedine Zidane) ...(podemos seguir, por ejemplo, un asesinato como el de Herrera, pero como para mí no es ídolo, no lo pongo)...

¿Hasta qué punto, entonces? Y es ahora cuando quiero -aunque me carga hacerlo- colgarme del fanatismo ciego de nuestro vecinos trasandinos. Un ídolo se respeta y, ¿por qué habría de hacerlo?. Y es que claro, un deportista debe ser integral. Un cráck dentro y fuera del campo de juego. Pero, vuelvo a preguntar ¿por qué habría de hacerlo? digo, respetar a los ídolos ciegamente.

Y es que gracias a Dios soy una hincha con mucha memoria. Guardo hermosos recuerdos y soy agradecida. Agradecida de lo que el fútbol me ha regalado. Pero mucho más aún, agradecida de todos aquellos que alguna vez me entregaron alegrías. Eso hace un cráck del balompié. Te hace reír, te hace mirarlo y saber que no puede ser real que un ser humano con dos pies haga esas maravillas con la pelota. Un ser que es bendito por el Dios del fútbol...agarra la pelota y no la suelta. Te hace ver estrellas - esas muy parecidas a las que ves cuando estás enamorado-.

Un ídolo del fútbol tiene y merece respeto. Yo, señoras y señores, les perdono todo. Pero con una condición: que dejen el corazón en la cancha, que me hagan delirar de emoción, de lo contrario, de ídolo pasa a ser un simple pelotudo que alguna vez, jugó a hacer "cositas" con la redonda.

El deporte rey, amigos míos, es muy generoso. Es generoso porque sabe que es lo único en la vida que nunca dejaremos de amar ...

sábado, 5 de noviembre de 2011

Y eras tú el vulnerable, después de todo ...

Era de esas personas que piensan que morirán pronto. Puede ser en un accidente trágico o en un asalto. Pero de muerte normal y genética, ni hablar. Por lo mismo, cada vez que se levantaba repetía - "Dios, alárgame la vida".

Como si algo en su interior le llamaba a dudar de su propia existencia. Una fuerza potente y dolorosa le atormentaba todos los días de su vida. Lamentablemente, nunca estuvo lejos de sus deducciones. Su muerte fue premeditada, pero por él mismo. Y no es que se ganaba la vida siendo un charlatán o un vidente de poca monta. Era un simple escritor. (de poca monta, igualmente).

El día en que murió, salió de su casa apresurado, como pocas veces. Creo que llevaba un libro bajo el brazo. Decía algo como "20 pasos para aceptar la muerte". Lo noté feliz. Incluso, comienzo a pensar que pidió su muerte. No sé a quién, aunque, debo advertir que la fuerza que cada uno posee en lo más profundo, es mucho más poderosa que cualquier otra cosa.

Y así fue. De las 20 pesonas que venían en el bus, sólo una murió. Sí, él. No me atreví a acercarme para ver si seguía respirando. Mejor me senté a esperar no sé qué. Bueno, en realidad me senté a vigilar si se desprendía el alma del tipo. Quería ver la forma en la que su cuerpo quedaba vacío e inerte. No es morbo, es simple espiritualidad.

De pronto, y mucho más luego de lo que pensé, una especie de humo café se desprendía de él. Miré para ver si alguien más lo notaba, pero no. Sólo yo era capaz de ver, y a la vez, gozar del hermoso espectáculo. Otras veces había visto lo mismo, pero jamás de color café. Un sudor frío se apoderó de mí. Me paré, casi no pude mantenerme en pie. Decidí correr, pero antes, cogí el libro que dejó tirado después del accidente.

De nada sirvió. Al sentarme, ya exhausto, vomité un poco de sangre color café. Acto seguido, repetí inconscientemente "Dios, alárgame la vida".
¿Qué?

Claro, en el libro que recogí decía:
"PASO NUMERO 20: al momento de morir, apodérate de un alma vulnerable. Así vivirás eternamente"

lunes, 5 de septiembre de 2011

Lo simple de la vida.


Eso pasa porque el hombre se atrevió a desafiar a la naturaleza. Desafía el poder imperante del mar. La hermosura contenedora del aire. Y la potencia implacable del suelo, de la tierra.

Arranca todo lo que lo ve. Todo lo que piensa que no tiene vida, que no responde. Arrebata flores y plantas verdes. Corta árboles, que según piensan, no sienten ni ven que lo están desgarrando de su casa inicial. Escupen, sin pudor, a los seres inferiores, a los mismos que no tienen cómo defenderse de su maldad. Arrasan con toda la verdadera fuente de vida.

El hombre nació, únicamente, para andar sobre sus dos pies. Creció con la virtud de mantenerse en forma erecta, simplemente. Pero, al igual que la Torre de Babel, el hombre desafió sus propias capacidades. Quiso ir mucho más lejos. Intentó crear máquinas que lo superaran todo. Fue entonces que creó los aviones y los barcos. Los buques y los helicópteros. Se enfrentó a la fuerza del mar y a la presión infinita del aire.

El hombre se sintió superior y comenzó a herir a cuanto ser vivo encontrara. Los "sin voz" fueron su primer blanco. Ellos no se pueden defender. No pueden decir que no, que no los dañen pues también sienten. No pueden pedir que paren, qué se detengan. Paradójicamente, ellos no tienen maldad. Actuan por instinto, no como el humano. El humano tiene culpa, culpa de desolar todo lo ve. Sólo le importa su propio provecho.

El día en que en este país la estúpida y ridícula lucha de egos sea aplastada por el amor hacia la naturaleza y los animales, recién podremos hablar de desarrollo. Aunque tengamos abundantes riquezas, de nada sirve sin el cariño y el amor por el entorno, por las cosas simples que nos regaló la vida. Por lo único gratis que nos va quedando...deleitar nuestra vista con la hermosura de lo que nos rodea. Con la simpleza de la vida. Oler, sin límites de tiempo, la frescura de la tierra recién regada. Tocar, delicadamente, el rocío que deja la lluvia. Sentir, todo el tiempo que se quiera, el cariño de un ser vivo que respira, que siente, más sin embargo no te puede decir te quiero con palabras.

Sería bueno que aprendiéramos la lección. De ser así, Chile sería muy distinto. Créanme que sí.

Nota: dedicado a un amante de los animales y de la naturaleza. Un hombre que supo, muy bien de lo que yo estoy hablando. Por lo mismo, merece mi respeto y cariño eterno. Felipe, descansa en paz. (1966-2011)